Existieron dos familias de deidades en la mitología nórdica que se encontraban en guerra, la Aesir y la Vanir. Una vez finalizada la guerra Freyja, diosa Vanir, se traslada a Asgard, donde viven los Aesir, para asegurar la paz. Odín, asombrado por su poder, la nombró comandante de las Valkirias, combatiendo en un carro tirado por dos gatos.
Además de su fortaleza, se caracterizó también por su lujuria. Así el colgante de Brisingamen era uno de sus símbolos. Freyja llamó la atención de unos enanos que estaban forjando la hermosa alhaja. Ella intentó comprarla con todo aquello que poseía, accediendo a yacer una noche con cada enano a cambio de obtenerla. Cuando vestía el colgante ejercía total dominio sobre sus deseos.
Freyja suele aparecer montada en un jabalí que, además de ser amuleto para la guerra, era Otta, su amante humano disfrazado. Personas y divinidades no podían relacionarse.
En la poesía nórdica se cuenta que Mundilfari es padre tanto de Sól (Sol) como de Mani (Luna), a quienes les dieron los nombres de los astros para hacer honor a su belleza. Las divinidades, considerando esto un acto de arrogancia, castigaron al dúo a recorrer el cielo todos los días del año. Se dice que Sól lo hace día a día en su carroza iluminando el mundo con las brasas que de ella se desprendían a causa de la velocidad que alcanzaba y facilitando a los hombres el contar el paso de los años.
Siendo esto parte de un castigo, le sumaron dificultad: mientras realizasen su tarea, tanto a ella como a su hermano, los perseguirían dos lobos que pretendían devorarlos, Sköll y Hati. Así, los nórdicos, explicarían los eclipses por la distancia que habría entre ellos. Éstos sucederían cuando estuviesen muy cerca de ser alcanzados. En el momento en el que los lobos consigan su cometido se dará inicio al fin del ciclo del universo, el Ragnarok.
Las divinidades nórdicas eran mortales por eso necesitaban a Idun, encargada de cuidar de las manzanas de la eterna juventud con las que esquivaban el paso del tiempo.
No sólo las deidades ansiaban probar dichas manzanas. Jotun, un gigante, había aprisionado a Loki y convencido de que le entregase a Idun a cambio de su libertad. Al conseguir raptarla, en Asgard empezaron a envejecer. Siendo evidente su ausencia y Loki el último en ser visto con ella, lo hicieron confesar e ir en su rescate. Emprendió viaje tomando prestada la capa de plumas de halcón de Freyja que le permitía cambiar de forma. Encontrándose a una Idun débil por la falta de luz del Sol, la convirtió en nuez y se la llevó. Al volver, celebraron decorando abetos con manzanas y nueces.
Este evento fue tan importante que lo convirtieron en el ritual del solsticio de invierno y pudo haber llegado a nuestros días en forma de árbol de Navidad.
Proyecto cofinanciado por:
Innovación, dixitalización e implantación de novas fórmulas de comercialización e expansión do sector comercial e artesanal